Luis de Narváez

Luis De Narváez. 
(Granada, fines del siglo XV – Valladolid?, 1547).

 

Destacado vihuelista nacido en Granada. Se conocen pocos datos de su vida. Se sabe que en 1538, aparece en la casa del Comendador Mayor Francisco De Los Cobos, personaje cercano a Carlos I. Figura también en el cortejo del viaje del Príncipe Felipe en sus jornadas europeas. Higinio Anglés trascribe un testimonio de Luis Zapata, que indica el grado de importancia de la música de Narváez entre sus contemporáneos. Dice Zapata: «Fue en Valladolid, en mi mocedad, un músico de vihuela llamado Narváez, de tan extraña habilidad en la música, que sobre cuatro voces de canto de órgano en un libro echaba de repente en la vihuela otras cuatro, cosa, a los que no entendían la música, milagrosa, y a los que la entendían, milagrosísima».

En 1621, un autor anónimo escribe en un poema titulado Granada, con el cual elogia a los hijos ilustres de aquella ciudad: «Luis de Narváez fue famosísimo maestro de vihuela. Fuélo de Felipe II…».

En 1538, Narváez publica en Valladolid su famosa y muy útil obra Los seis libros del Delphín de música en cifra para tañer vihuela.

Fue este compositor el primero de quien se conoce una serie de variaciones, «diferencias», para dicho instrumento.

En nuestros días, algunos guitarristas virtuosos han hecho transcripciones para la guitarra moderna de las obras que escribiera Narváez para vihuela. El estilo de esta música, realmente deliciosa, tiene un fino aire cortesano, aunque animado de un carácter delicadamente popular.

Luis De Narváez era, además, un poeta muy distinguido. Vamos a comprobarlo en una de sus composiciones más conocidas, con las que concluye su famoso libro del Delphin.

Coplas del autor en Loor de la música.

 

La virtud comunicada
Merece mayor loor
Que alcanzándose mejor
Entonces es más amada
Y por ello
Con buen celo me he dispuesto
A escribir de los secretos
De música y sus efectos
Según lo que entiendo de esto.

Los cielos con los planetas,
Difieren en movimientos
Por esta los elementos
Hacen cosas muy secretas
Lo criado
Por música está fundado
Y por ser tan diferente
Tanto más es diferente
Porque está proporcionado.

Con todo sentido humano
Tiene grande concordancia
Muéstranos la semejanza
De la de dios soberano
Y en su templo
Se muestra claro el ejemplo
Que le hacen mil servicios
Loándole en los oficios
Con esta que yo contemplo.

Está alegre nuestra vida
Y ésta alivia nuestra pena
De esta la gloria está llena
Por virtud esclarecida
Los pasados
En la ciencia señalados
Y en esfuerzo más valientes
De músicos excelentes
Fueron todos muy loados.

Los que están de amor vencidos
Con estas alas alboradas
Las vihuelas acordadas
De sus damas son oídos
Y de ver
Afligido y sin placer
Un espíritu penado
Nace en ellas un cuidado
Que las hace bien querer.

Con cantar los labradores
Engañaría su trabajo
Y con grosero gasajo
Contrahacen los cantores
Los finados
Con música son honrados
Cuando sus obsequias hacen
Porque a dios mucho le aplacen
Sus oficios bien cantados.

El romero y peregrino
Cansado de caminar
Comienza luego a cantar
Por alivio del camino
Y el pastor
Cuando hace más calor
No siente el trabajo de él
Porque tañe su rabel
Con que siente gran dulzor.

Las mañanas y las fiestas
En los veranos las aves
Cantando sones suave
Descansan en las florestas
Y el infante
Cuando mas llora al instante
Oyendo al ama cantar
deja luego de llorar
Y muestra alegre semblante.

La moza que se levanta
Al servicio de su dueño
Engaña con esta al sueño
Si con el trabajo canta
Finalmente
En las batallas presente
Las trompetas más animas
Y entre todos mucho estimas
Esta virtud excelente.

 

Estas coplas, como él las denomina, están formadas por nueve estrofas de nueve versos cada una, versos octosílabos excepto el central. Podriamos decir pues que son dos coplas unidas por un verso heptasílabo. Las rimas son ABAB o ABBA, y el verso central rima con el primero del segundo cuarteto.

Hacen, como su título indica, una loa a la música y los benignos efectos que esta produce. Comienza en la primera estrofa mostrándonos su disposición a alabar la música, siguiendo en la segunda estrofa afirmando que la música nace de las esferas, idea que proviene del platonismo y de su música de las esferas.

En la tercera, destaca su “concordancia” con el hombre, y los servicios que a este presta. En la cuarta especifica: dice que “aclara nuestra pena”, y que los músicos que la ejecutan son todos reconocidos por ello. En la quinta, los enamorados tañen las vihuelas para sus amadas, quiitandole así las penas.

En la sexta relaciona el descanso de los trabajadores con el tocar música, al igual que en la séptima el peregrino y el pastor. En la octava estrofa destaca el bello canto de los pájaros y el de la cuidadora al infante, que hace que este deje de estar afligido. Concluye con que la música produce buen despertar, y que hace las batallas mejores.

 

«Es subir su propiedad
más alto que ningún ave.
Significa majestad,
y de esta conformidad,
es la música süave
que sube el entendimiento
tan alto en contemplación,
que le pone en un momento
en el divino aposento:
porque allí es su perfección».

 

Y por último, los versos finales, estos conocidos versos en los que la música es celestial y noble, y que halla en el entendimiento la perfección.

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Webgrafía:

 

http://www.dolcesfogato.com/Music/Vihuela/Los_seys_libros_del_Delphin.pdf

 

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/introduc/resena2.htm

 

Luis de Narváez

Mateo Flecha «El Viejo» y las ensaladas

No es esta la ensalada a la que nos referimos, pero es más nutritiva.

 

(Prades, Tarragona, 1481 – Poblet, 1553). Creador de tipo compositivo que enlazó poesía y música: las Ensaladas. Mateo Flecha «el Viejo», tío de Mateo Flecha «el Joven», aprendiz de Juan Castelló, trabajó con insistencia en el campo del arte que él mismo trajo al mundo.

Comenzó como cantor, y acabó siendo maestro de la capilla de las Serenísimas Infantas de Castilla: doña María y doña Juana. Más tarde, viste el hábito de monje del Císter en el Monasterio de Poblet, donde posteriormente morirá. De su obra solo conocemos las famosas Ensaladas de las cuales dice Felipe Pedrell que «…tienen un tono genial de humorismo, en el cual domina la ingenuidad infantil, unida a una intención picaresca…», y algún villancico. La obra que éste elabora la conocemos por su sobrino: Mateo Flecha «el Joven» quien las imprimió en Praga en 1581. Seis de sus once ensaladas con título las publicó H. Ángeles en 1954; Jubílate, El juego, La bomba, La negrita, La guerra y La justa. Las demás se dan por perdidas o les faltan voces.

Precursor del género es Francisco de Peñalosa, creador de la obra con seis voces: Por las sierras de Madrid.

Las Ensaladas son mezclas de diversos ingredientes, en nuestro caso ingredientes lingüísticos a causa del uso de varios idiomas como latín, castellano, catalán, francés, italiano y portugués, mezclando lo profano con lo religioso, llegando así a un tono cuanto menos jocoso. Si empiezan y terminan con texto en latín hacen uso del motete. Suelen optar por la variedad de ritmo, polifonía en las voces en diálogo con pequeños fragmentos individuales, y el uso del contrapunto imitativo con el vertical.

En cuanto al argumento, las de «el Viejo» giran en torno al tema navideño.

Probablemente sea el polifonista más genuino de entre los compositores españoles del siglo XVI en música profana, también muy aclamado desde el principio por sus contemporáneos.

 

Vamos a tratar un poco su Ensalada La Bomba.

 

¡Bomba, bomba, y agua fuera!
¡Vayan los cargos al mar
que nos ymos anegar!
¡Do remedio no se espera!
¡A l’escota socorred!
¡Vosotros id al timón!
¡Qué espacio! ¡Corred, corred!
¿No veis nuestra perdición?

Essas gúmenas cortad
porque se amaine la vela.
¡Hazia acá contrapesad!
¡Oh, que la nave se asuela!
¡Mandad calafetear
que quizá dará remedio!
¡Ya no ay tiempo ni lugar,
que la nau se abre por medio!

¿Qué haremos?
¿Si aprovechará nadar?
¡Oh, que está tan bravo el mar,
que todos pereçeremos!
Pipas y tablas tomemos.
Mas, triste yo, ¿que haré?
Que yo, que no sé nadar, ¡moriré!

Virgen madre, yo prometo
Rezar con tino tus horas.
Si, Juan, tu escapas, hiermo moras.
Monserrate luego meto.
Yo, triste, ofrezco también,
en saliendo deste lago,
ir descalço a Santiago,
eu yendo a Jerusalén.

¡Santa Virgen de Loreto,
sant Ginés, socorrednos!
¡Que me ahogo, santo Dios !
¡Sant Elmo, santo bendito!
¡Oh, virgen de Guadalupe,
nuestra maldad no te ocupe.
¡Señora de Monserrate,
oý, señora y gran rescate!

¡Oh gran socorro y bonança!
¡Nave viene en que escapemos!
¡Allegad, allegad que pereçeremos!
¡Socorred, no aya tardança!
¡No sea un punto detenido,
señores, esse batel!
¡Oh, qué ventura he tenido,
pues que pude entrar en él!

Gratias agamus Domino Deo nostro.
Dignum et justum est,
de tan grande beneficio
reçebido en este dia.

Cantemos con alegría
Todos hoy por su servicio.
¡Ea, ea, sus, empecemos!
Empieça tú, Gil Piçarra,
A tañer con tu guitarra
Y nosotros te ayudaremos.

Esperad que esté templada.
Tiemplala bien, hi de ruin.
Dendén, dendén, dindirindín.
¡Oh, como está destemplada!
¡Acaba, maldito, ya!
Dendén, dendén, dindirindín.
¡Es por demás!
Sube, sube un poco más.
Dendén, dendén, dindirindín.
¡Muy bien está!

Ande pues, nuestro apellido,
el tañer con el cantar
concordes en alabar
a Jesús rezién nacido.

Dindirindín, dindirindín.
Bendito el que ha venido
A librarnos de agonía
bendito sea este día
que nasció el contentamiento.
Remedió su advenimiento
mil enojos.
Dindirindín, dindirindín
Benditos sean los ojos
Que con piedad nos miraron
Y benditos, que ansí amansaron
Tal fortuna.

No quede congoxa alguna,
Demos prissa al navegar
poys o vento nos ha de llevar.
¡Garrido es el vendaval!
No se vio bonança igual
sobre tan gran desatiento.
Bien ayas tú, viento,
que ansí me ayudas contra fortuna.

Gritá, gritá, todos a una gritá:
¡Bonança, bonança, salvamento!
Miedo ovistes al tormento,
no tuviendo ya sperança.

¡O modicae fidei!
Ello está muy bien ansí.
Gala es todo, a nadie hoy duela
la gala chinela, la gala chinela.

Mucho prometemos en tormenta fiera
mas, luego ofrecemos infinita çera.
De la gala chinela, la gala chinela.

¡A Dios, señores!
¡A la vela!
Nam si pericula sunt in mari,
pericula sunt in terra
et pericula in falsis fratribus.

 

La composicion lirica tiene como argumento un naufragio, el del hombre pecador, del que nos salva la llegada de Jesús. De verso hepatsilabo usualmente, mezcla octavas con cuartetos tercertos y mas disposiciones métricas. Por tanto, la rima habría que verla en cada estrofa.

 

‘De la china gala, la gala chinela’ (que aparece al final de la Ensalada), es un juego de palabras que, además de por su sonoridad, servían de pretexto a Flecha para hacer mención de un romance muy conocido y popular en su época, de Rodrigo de Reinosa (S. XV) que decía:

 

A la chinigala,
la gala chinela,
damas cortesanas
arman una galera.

Isabel de Torres
pongo la primera,
porqu’es más anciana,
porqu’es la más vieja,
de putas ceviles,
nome hago cuenta …

 

Se trata de una historia de prostitutas, que se embarcan con destino a Canarias (La Gomera), y en mitad del viaje se ven atrapadas en una gran tempestad (como en La Bomba).

Aterrorizadas, invocan a todas la vírgenes y santos posibles por su salvación, y prometen convertirse en damas virtuosas. Pero una vez salvadas … se olvidan de todas las promesas.

En cuanto a la música, juega con los cambios de compás y ritmo para poder enfatizar el texto, por ejemplo, en el compás 27, verso “¡Qué espacio! ¡Corred, corred!”, usa corcheas en compas de tres por cuatro, que se transforman en lentas negras en compas de tres por dos, atendiendo al lamento “¿No veis nuestra perdición?”.

También habría que destacar el ambiente solemne con el que la música acompaña el verso “Que yo, que no sé nadar, moriré” en compás de 6/4, 2/4 y 4/4 (compases del 61 al 66). En los versos “Si, Juan, tu escapas, hiermo moras. / Monserrate luego meto”, el compositor crea un curioso efecto de eco, repitiendo la soprano y contralto esos versos a una corchea de distancia.

Cambia del castellano al latín en el compás 121, con canto solo por el tenor. En el compás 162 se aprecian algunos de los divertidos tonos humorísticos de Mateo Flexa, imitando a la guitarra di Gil Piçarra con las onomatopeyas “Dindirindín, dindirindín”, y breves corcheas y semicorcheas, y jugando con cómo está desafinado el instrumento y como se va afinando. Posteriormente se producirá una mezcla de canto y onomatopeya en el compás 189.

La penúltima estrofa, en forma de terceto, la repite. La característica de la mezcla de frases no se da con tanta abundancia como era de esperar, aunque se aprecia bien al comienzo de la obra.

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Bibliografía:

 

RUBIO, Samuel, Historia de la música española. Madrid: Alianza S.L., 1983

 

Webgrafía:

 

http://www.musicaantigua.com/las-ensaladas-de-flecha-1-parte/

https://www.youtube.com/watch?v=5NzskbXgrmw

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/introduc/resena2.htm

http://www3.cpdl.org/wiki/index.php/La_Bomba_(Mateo_Flecha_el_Viejo)

http://www3.cpdl.org/wiki/images/9/9e/605.pdf

 

Mateo Flecha «El Viejo» y las ensaladas

Juan del Encina y su «Señora de la hermosura»

 

Juan del Encina es, además del padre del teatro español, portador de unos rasgos musicales únicos en el polifonismo español del renacimiento. Sus creaciones concuerdan con la época de los Reyes Católicos, a quienes dedica su obra, habiendo recibido, con alta probabilidad, formación de alguna capilla catedralicia de Salamanca.

Nace en esta ciudad el 12 de julio de 1468, llegando a ser uno de las más célebres artistas en los campos de la poesía, teatro y música. Hijo de un humilde zapatero, recibió una educación adecuada pese a la profesión de su padre, incorporándose a los dieciséis años como «mozo de coro» en la catedral de Salamanca. En tal Universidad fue donde se formó en el campo del derecho. En 1490 llegará a ser capellán de coro de dicho templo, luego pasará a prestar servicios como paje, y en 1492 desempeñando esta misma tarea en la casa del duque de Alba en Alba de Torme, organizando y dirigiendo espectáculos y audiciones musicales para los duques de su corte. Aquí fue donde desarrolló sus creaciones de más calidad. Luego viajará a Roma acogido por el papa Alejandro VI, y luego a Málaga. En 1519 se ordena de sacerdote y será nombrado por León X. Emprenderá una peregrinación a Tierra Santa, donde cantará su primera misa. Regresará a León donde morirá en 1530.

Juan del Encina no tendrá vinculación con la música litúrgica, debido a que jamás estuvo adscrito al servicio de una capilla eclesiástica. Vivió en un ambiente cortesano la mayor parte de su vida para dar a la corte distracción.

Su producción musical es unilateral: canción polifónica con texto castellano. Dicho género se basa en la técnica más elemental del arte contrapuntístico cuyo dominio no arguye una insuperable, ni siquiera grande, preparación musical. Muchas veces dos de sus voces marchan por terceras, a dúo.

Sesenta y una son las piezas a las que pone música y letra, todas ellas romances, canciones o villancicos. Los villancicos se dividirán en sagrados y profanos, siendo los segundos los que el músico realizó con más profusión.

De este género  destacan Ya no quiero tener fe; Pues que tú reina del cielo y ¿A quién debo yo llamar? Los tres con tres voces, tonalidades menores, armonización vertical, con frecuentes paralelismos de décimas entre las voces extremas, salpicada de vez en cuando de graciosas melisas sobre la penúltima sílaba de los versos.

Son posibles los villancicos de desventuras y los jocosos, que tratan temas amorosos o de la vida cotidiana: Cu, cu y Hoy comamos y bebamos.

Vamos a analizar una composición incluida en el Cancionero de Palacio, y titulada Señora de hermosura:

 

Señora de hermosura,
por quien yo espero perderme,
¿Qué haré para valerme
de este mal que tanto dura?

Vuestra vista me causó
un dolor cual no pensáis
que si no me remedíais
moriré cuidado yo.

Yo creo que mejor fuera
el morir cuando nací,
que no que siempre dijera
por venceros me vencí.

Y si vuestra hermosura
procura siempre perderme,
no pienso poder valerme
de este mal que tanto dura.

Que si vuestra hermosura
del todo quiere perderme,
no podré triste valerme
de este mal que tanto dura.

 

El texto está formado por cinco cuartetos de versos heptasílabos, todos con rimas ABBA menos el cuarteto central de rima ABAB. Es un poema que trata el desamor del autor, reflejado en versos “Yo creo que mejor fuera/el morir cuando nací”, o “vuestra vista me causo/un dolor que no pensaís”.

En cuanto a la música, es una obra de cuarteto de voces, integrado por soprano, contraalto, tenor y bajo. Es un desarrollo homofónico en dos por cuatro, y es la misma composición en cada una de las estrofas. Es de tipo modal, a caballo entre el final del Medievo y el principio del renacimiento.

 

Partitura:

http://www.atrilcoral.com/se%F1ora_e.pdf

 

Canción:

https://www.youtube.com/watch?v=UlnCoTBEUb0

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Bibliografía:

 

RUBIO, Samuel, Historia de la música española. Madrid: Alianza S.L., 1983

 

 

Webgrafía:

 

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/73/Juan_de_Encina.jpg

 

http://www.atrilcoral.com/se%F1ora_e.pdf

 

https://www.youtube.com/watch?v=UlnCoTBEUb0

Juan del Encina y su «Señora de la hermosura»

Ópera en el siglo de Oro: Calderón y sus «Celos aun del aire matan»

Hemos escogido como ejemplo de música del Siglo de Oro vocal la ópera Celos aun del aire matan, que es la primera compuesta en España de la cual se conserva íntegra la partitura. El libreto corrió a cargo de Pedro Calderón de la Barca, y la música del compositor Juan Hidalgo.

El argumento de la obra es mitológico, basado en el mito de Céfalo y Procris, y tomado por Calderón del libro VII de las metamorfosis de Ovidio, y trata como tema principal el amor correspondido e ideal frente al papel destructor de los celos. Coexisten multitudes de tramas paralelas a la central, y por lo tanto la obra no tiene en cuenta la unidad de acción, aunque sí la de tiempo y lugar. Está dividida en tres jornadas, que suman en total ocho cuadros.

Céfalo y Procris, Philippe de Champaigneç

 

Los personajes que la integran (y por tanto los intérpretes que la representan) son Diana, Procris, Floreta, Meera, Alecto, Tesifón, Céfalo, Erostato, Clarín y Rústico, además de Aura; hay también un coro de ninfas que, según los repartos contemporáneos, interpretaban diez mujeres; y coro masculino compuesto por seis componentes.

Fue, según  José Guillermo García Valdecasas, “la primera (y última) gran ópera española, imponente por su aparato escénico, su longitud, y, sobre todo, su prodigiosa fuerza de caracteres, acontecimientos y contrastes”, por lo que no extraña que para el momento de su estreno hubiera que hacer ensayos extraordinarios, para los cuales se juntaron dos compañías que trabajaron durante ocho días seguidos, habiendo, incluso, puesto el rey a disposición de los intérpretes  coches, alguaciles de corte, etc.

Se supuso al principio que había gustado poco, pues fue la última obra de Calderón que llevaba música íntegramente, pero ahora sabemos que la obra gustó tanto que se representó varias veces consecutivas en los años posteriores y que el mismo emperador llegó a demandar una copia de la partitura.

Es la música, en esta obra, la que se apoya en el texto, y no al contrario. Está formada por una serie de recitativos en compás binario y unas composiciones cercanas a las “arias”, estas en compás ternario. Los recitativos son en forma de dialogo, y sorprenden por su intensidad, como podemos apreciar en este fragmento:

¡Soberanas esferas!
¡Poderosas deidades!
¡Cielo, sol, luna, estrellas,
fuentes, arroyos, mares,
montañas, cumbres, peñas,
árboles, flores, plantas,
aves, peces y fieras!
¡Compadeceos de mí!
¡Tened de mí clemencia!
No permitáis que digan
aire, agua, fuego y tierra:
«¡Ay, infeliz de aquella
que hizo verdad haber quien de amor muera!»

Minuto 9:40 – 10:50

https://www.youtube.com/watch?v=53wxbY8TDxg

Como se puede comprobar en este fragmento, generalmente son textos silábicos, pero hay presencia de leves ornamentos. El acompañamiento suele ser en notas largas, tenidas, pero también ofrece paisajes más vivos, incluso en imitación con la voz.

La música en este fragmento se amolda al texto: la declamación trágica es acompañada con un crescendo en la intensidad y, cuando llegamos al final (“Ay, infeliz de aquella…”), se tiñe de modo mayor para alcanzar un tono épico de añoranza que culminara en una súbita pena cuando resuelve en modo menor.

Literariamente, es una obra cuyos versos son en su práctica totalidad heptasílabos, y en este caso vemos la rima ABABAAA en los primeros versos, y rima asonante acabada en “a” en los siguientes.

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Bibliografía:

 

GARCÍA VALDECASAS, José Guillermo, «La gran ópera de Calderón: origen, olvido y retorno», en Celos aun del aire matan, estudio que acompaña a la edición del Programa editado con motivo de la representación de la ópera en el Teatro Real de Madrid los días 4 al 14 de diciembre de 2000, Madrid, 2 de octubre de 2000.

LÓPEZ CALO, José, Historia de la música española. 3, s.XVII, Madrid: Alianza DL, 1983.

RULL, Enrique, Celos humanos y divinos en Calderón (En torno a Celos aun del aire matan): http://cvc.cervantes.es/literatura/aiso/pdf/06/aiso_6_2_053.pdf

 

Webgrafía:

 

http://www.tendenciasdelarte.com/wp-content/uploads/2014/11/cefalo-y-procris.jpg

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/celos-aun-del-aire-matan–0/html/ff8258d8-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html#I_2_

https://www.youtube.com/watch?v=53wxbY8TDxg

 

Ópera en el siglo de Oro: Calderón y sus «Celos aun del aire matan»